La terapia de vacío intermitente aplica presión negativa alternativamente con la presión atmosférica, produciendo un aumento de circulación que aumenta el retorno venoso y linfático.
Este aumento del flujo produce la regeneración de todos los tejidos (piel, tendón, músculo, ligamento, hueso…) y la eliminación de productos de desecho tras el ejercicio físico.
Entre sus aplicaciones se encuentran la cicatrización y regeneración de heridas, la recuperación de lesiones tendinosas, ligamentosas y musculares, consolidación de fracturas o artrodesis, … por promoción de la capilarización.
Esta terapia se ha hecho imprescindible en centros de alto rendimiento deportivo al mejorar la recuperación muscular aumentando la capacidad de entrenamiento y disminuyendo la incidencia de lesiones.